domingo, 8 de mayo de 2011

Memorias de un Normalista (Primera Parte)

Memorias de un Normalista.
PRIMERA PARTE

Durante la década de los 70s, la represión en Guatemala era una política de Estado, Adultos, jóvenes y niños fuimos victimas en mayor o menor escala de todas esas acciones encaminadas a neutralizar a ... los grupos insurgentes que ya se habían posicionado en el tejido social guatemalteco, especialmente en los sectores populares mas desposeídos.

A finales de los setentas, la figura de la Judicial y el Pelotón Antimotines, considerados los órganos represivos civiles al servicio del ejercito de Guatemala, eran bastamente conocidos entre la población, eran frecuentes además identificar las figuras de los comisionados militares, que eran ciudadanos quienes amparados y respaldados por el ejercito cometían todo tipo de actos contra la población.

Recuerdo que la tranquilidad de las tardes o mas noches en mi barrio era rota con la presencia de los vehículos sin placas y que en su interior se veían a 3 o 4 individuos de aspecto rudo y tenebroso, no eran mas que elementos de la Judicial. Los grupos de jóvenes que en las esquinas se reunían para disfrutar de una noche fresca, tenían que suspender sus encuentros para no ser victimas de cualquier atropello par parte de estos “elementos de seguridad” del Estado.

Eran frecuentes las manifestaciones populares en busca de libertad de expresión, contra el alto costo de la vida o como parte de las movilizaciones de masas organizadas por las diferentes estructuras sociales del movimiento revolucionario. Desde mi niñez pude vivir de cerca los enfrentamientos entre agentes del pelotón modelo y jóvenes revolucionarios de la época.

En mi mente quedo escrita para siempre aquella escena: Dos niños entre 6 y 12 años respectivamente, en una habitación humilde, talvez eran como las 2 o 3 de la tarde cuando un grupo de varios soldados irrumpieron violentamente a nuestra casa, nos tiraron a un rincón mientras abrían las gavetas, rompían los colchones, buscaban no se que. Cuando se fueron dejaron tras de si una habitación en runas y el corazón de un niño marcado para siempre; un día les haría pagar su afrenta.