lunes, 12 de diciembre de 2011

MEMORIAS DE UN NORMALISTA

Memorias de un Normalista
- Cuarta parte -

Ocho… nueve… diez… once… doce… una… dos de la mañana. Con la luz apagada y el oído pegado a aquel pequeño radio de baterías que mi mamá me había regalado para mi cumpleaños de aquel 1978, noche a noche escuchaba una emisora muy especial para mí; era una emisora que se reproducía en onda corta, aun resuena en mis oídos aquella melodía que me inquietaba y me motivaba a escucharla “RADIO SANDINO… LA SIEMPRE VIVA”.

Era el año de 1978, con solo 11 años de edad, me pasaba las noches escuchando una emisora clandestina, que transmitía todas las operaciones subversivas del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Era la época de la “Ofensiva Final”, el golpe mortal con el cual la guerrilla Sandinista quería derrocar a la dictadura de Anastasio Somoza.

Once años, en una época de escases, de conflicto armado interno, de represión. Mi mente de niño trataba de procesar toda aquella información que llegaba a mis oídos noche tras noche, aun recuerdo a mi madrecita pidiéndome que me durmiera porque al otro día tenía que ir a trabajar ella y a estudiar yo. Pero yo seguía fascinado, escuchando como el Frente Sandinista avanzaba en su lucha por la liberación de su patria; me llenaba de regocijo cada vez que el informe decía cuantos pueblos y aldeas, municipios y departamentos eran liberados, aun recuerdo los nombres del comandante Edén Pastora y Daniel Ortega, íconos de la Revolución y dignos de admiración para aquel niño dentro del cual se gestaba un espíritu revolucionario.

Ya en mi mente y mi corazón, la semilla de la revolución estaba germinando.

La cosa en Guatemala era algo similar. La represión contra el movimiento popular estaba en sus momentos mas oscuros, sindicalistas, estudiantes, obreros, campesinos, religiosos eran victimas de la represión, que de manera indiscriminada, trataban de apagar la llama de la revolución, en ese momento, la lucha revolucionaria había tomado proporciones insospechadas, con la bandera de la dignificación indígena, la guerrilla se había hecho del apoyo de la comunidad del área rural. El Ejército Guerrillero de los Pobres –EGP-, organización del Pueblo en Armas –ORPA-, Partido Guatemalteco del Trabajo –PGT- y la mas antigua de todas, las Fuerzas Armadas Rebeldes –FAR-, eran las organizaciones subversivas que pretendían alcanzar el poder por medio de las armas.


El acontecimiento más importante a hacer notar fue el asesinato del líder de la Asociación de Estudiantes Universitarios, el compañero OLIVERIO CASTAÑEDA DE LEON. Oliverio fue el más grande de todos los líderes del movimiento estudiantil en Guatemala de todos los tiempos, los que fuimos miembros de CEEM, AEU o de cualquier otra organización estudiantil, reconocemos su heroica lucha a favor de la mas grande casa de estudios, la Universidad de San Carlos de Guatemala y su lucha contra la represión, la injusticia social y por la libertad del pueblo ge Guatemala. Oliverio cae abatido en la entrada al Portal del Comercio, sobre la Sexta Avenida un 20 de octubre de 1978. Su consigna “mientras haya pueblo… habrá revolución”, aun es el grito de batalla de todos los movimientos populares y políticos de tinte izquierdista.